domingo, 22 de noviembre de 2009

Clínico y pánico

Hace unos meses alrededor de las 11p.m, me sonó el móvil, yo estaba sola. Era mi hija (la extranjerilla) ¡con una voz! (de ultratumba);se encontraba fatal, no se podía poner derecha y me dice: Mami es, algo de estomago, intestino ….

Yo: sofocá y sola. Ella en “Graná”.

Llamo a mi hermana, por supuesto ( mi salvación ), me acompaña, llegamos, la recogemos, atravesamos “Graná” y…..llegamos al clínico, era viernes noche…1 a.m .

Mi niña too doblaíca , estaba rabiando. Pasa a valoración como ahora se llama , le dan una silla de ruedas y a la sala de espera que está a rebosar , 2 a.m, 3 a.m 3a. 45m y… por fin la llaman!!Pasamos a otra sala interna donde le dan un número de consulta y a esperar…., pero bueno, en el escalafón hospitalario me imagino que era un paso importante. Luego pasas a otra sala donde lo primero que ven mis ojos es: a dos parejas “de punto en blanco”, me imagino que estaban de viernes noche, a uno de los “homos” le ha dado un amago a saber de qué; pero que… les ha jodido claramente la noche a los otros. Ellas, bien entaconadas…y desentonando, no por su aspecto, sino porque se le notaban mucho las ganas con las que habían pillado el viernes y que aquello no correspondía a sus expectativas; que digo yo, poniéndome en su lugar , eso era lo último que se habían imaginado que les iba a deparar la semana …Más a la derecha, había unas camillas con muchachos inconcientes menores de 18 años, me imaginé que con coma etílico, sin compañía, solos , probablemente alguien los llevó; quizás sus amigos ¡ bien jóvenes! continuarían con su viernes noche…, y en esa sala más gente; personas mayores, inmigrates , niños pequeños , etc. Bueno , como siempre suele ocurrir , también había una hipocondríaca de esas a las que les gusta ser protagonistas, que encima te diagnostica lo que puedes tener porque son expertas en todo tipo de enfermedades, ¡por supuesto! han pasado por todas, relatando sus terrores favoritos y metiendo los monos( a todos los que nos cruzábamos con su mirada…)

A mi hija comenzaron a hacerle pruebas y de nuevo nos pasaban a esa sala de espera a esperar resultados.

Pasó el tiempo y como a las 5 a.m, aparecen dos guardias jurados custodiando a una persona que…¡Madre mía! Aún lo pienso y no me lo creo, era totalmente surrealista, su aspecto era irreal, como sacado de unos dibujos animados, de terror ¡claro!, o no sé de donde; su cara estaba borrada por la inflamación y el color era púrpura, sin exagerar nunca he visto ese color en la vida real, le cubría toda la cara. El muchacho no paraba de hablar, con un aire chulesco, y bajo (claramente) los efectos de alguna sustancia muy fuerte, estaba muy agresivo. Llevaba una camisa blanca y un pantalón negro pitillo embadurnados en sangre, una de las manos estaba completamente destrozada, la tenía triplicada con respecto a la otra, pero no parecía que le doliera nada.

¡Que cara pondríamos mi hermana y yo! que mi hija que estaba vuelta no se volvió y no llegó a verlo. Conforme iba pasando el tiempo, no lo podían controlar, una de las veces empujó una camilla que estaba libre, ¡con unas fuerzas!, y los guardias no podían con él. Yo estaba paralizada por el miedo, lo confieso. Mi hija no se podía mover, y ese hombre no era una persona…. De pronto decide que se va y que quiere el alta voluntaria y los guardias hablan con los médicos y en un momento lo dejan libre. Conforme salía del hospital le iba dando patadas a todo y en la calle, mientras daba gritos en el silencio de la noche, se oía cómo golpeaba todos los objetos que se encontraba en su camino…. Me imaginé igual que en esas películas de terror, donde el monstruo sale a la calle y arremete contra todo hijo de vecino, tipo “Kinkong”. A mí, me horrorizaba la idea de pensar que cuando saliéramos de allí podíamos encontrárnoslo; me encontré indefensa como si fuera una niña muy pequeña y con mucho miedo. Me imaginaba la calle solitaria, el parking donde yo tenía el coche(y el “tipo” saliéndonos de detrás de las columnas). No sé si era por la hora, que ya sabemos que la noche magnifica las cosas, por nuestra situación o por el impacto del personaje, yo tampoco era persona.

Lo que nunca entenderé es como se consintió que ese hombre, en esas circunstancias pudiera marcharse tranquilamente, era realmente peligroso para él y para los que se cruzaran en su camino.

Mi pregunta es: ¿Así son las cosas? ¿Así están? Era como dejar a un animal feroz y herido suelto…

PAULA